Una vez que la minina ha salido de la anestesia, y si estás siguiendo el protocolo de control del dolor post operatorio prescrito por tu doctor, tu felina empezará con el ritual del acicalamiento: de inmediato dirigirá su atención hacia la herida por la que el veterinario le extrajo el útero y ovarios. Sin pensarlo dos veces empezará a lamer insistentemente el corte o herida quirúrgica. Ella no tendrá ni idea de lo que son esos hilos cuelgan de su panza y tratará de arrancarlos con los dientes a como dé lugar. Lo que puede ocurrir si uno deja a la gata a su libre albedrío es que en cuestión de minutos la minina se arranque los puntos de sutura.
Cuando el doctor al final de la cirugía empieza a cerrar la cavidad abdominal lo hace suturando varios planos o capas. Describiendo en sencillo, éstos son:
- Plano profundo o peritoneal,
- Plano intermedio o fascia subcutánea, y finalmente
- Piel o plano superficial (en ese orden).
Las complicaciones que pueden ocurrir si no proteges la herida de tu gata dependen del plano donde ella se quite los puntos. Si ocurre en la piel la herida se abre, pudiendo sobrevenir una infección y/o hemorragia, y retraso en la cicatrización.
Si la gata se quitó los puntos profundos, acá sí que ocurrirá una catástrofe monumental en cuestión de minutos. Este evento se denomina en medicina EVISCERACIÓN, es decir: las tripas se saldrán por la herida recién abierta. Como comprenderás lector, esto no es nada agradable de ver y constituye una emergencia de aquellas.
Se han ideado muchas formas para impedir el acceso de los dientes de la gata hacia la herida. Por decirlo de algún modo, tenemos el método antiguo y el moderno.
- El primero consiste en hacer pasar alrededor de la barriga de la felina un vendaje simple como se ve en la foto a continuación. Este método no es adecuado porque las gatas tienen un fácil acceso a la herida.
- El segundo método es el collar Isabelino. Éste funciona muy bien previniendo de manera efectiva el acceso de los dientes y lengua sobre la herida. Su principal inconveniente: muy pocos gatos lo toleran, y esto constituye un gran problema porque cuando la gata sale por completo de la anestesia, no tiene idea de qué es ese artefacto pegado alrededor de su cabeza. Se asusta, se choca contra las paredes y muebles, empieza a caminar hacia atrás tratando en vano de huir del artefacto; se deprime y puede llegar al extremo de no comer.
- En vista de ello he ideado un artilugio que hasta la fecha me ha dado excelentes resultados: protege la herida perfectamente y la gata se siente con menos estrés. Lo llamo “el corsé del doctor G”. Tiene muchas ventajas: es mucho más cómodo, más eficaz y barato.
1) Consigue un polo/camiseta/remera/ T-shirt (dependiendo del país donde te encuentres) de algodón.
2) Ok ahora corta un rectángulo del largo de tu gata, aproximadamente. Mide la distancia entre las cuatro patas y haz cuatro agujeros sobre la tela respetando esas distancias. Los agujero más grandes son para las patas traseras.
3) Ahora sobre los lados más largos de la tela haz varios cortes perpendiculares.
La finalidad es que estos flecos te servirán para cerrar el corsé sobre la espalda de la minina (en realidad funciona a manera de cierre, cremallera).
Ahora, una vez que ya está colocado en la paciente, con mucho cuidado hay que recortar los agujeros para que los miembros no queden ajustados (te darás una idea de cuán ajustado está introduciendo un dedo por el agujero).
Algo muy importante a tener en cuenta es el primer nudo o lazo (o sea el que se realiza detrás del cuello), ya que si se anuda de manera floja todo el corsé se deslizará hacia atrás y la gata se lo puede quitar cual Mago Houdini. Cuando realizas el último nudo (sobre la cola) es muy probable que te quede tela sobrante por debajo de la cola. Ello se soluciona fácilmente recortando con mucho cuidado. Con este corsé la gata puede orinar y defecar sin inconvenientes, ni ensuciarse (si es que está bien recortado).
Te recomiendo que por lo menos te fabriques dos de estos: mientras lavas uno, tu gata usa el otro.
Doctor G.