Artículo de la Revista Vet Market Nº36, 2003.
Escrito por: Alejandro Paludi.
En una oportunidad me sucedió algo que me fue muy útil para muchas consultas posteriores.
Siendo muy joven tuve la oportunidad de tener que esterilizar dos gatas a domicilio. Llegué a la cita y a la hora acordada.
En el momento de ser recibido por la amable señora, me manifestó que había desistido de las esterilizaciones pero que no me preocupe porque igual me pagaría por mi molestia; yo me quedé muy sorprendido, tal vez en otro momento hubiese pensado que sería el dinero más fácil ganado, sin embargo, no se porque motivo le dije que no solía cobrar por algo que no hacia, pero antes de irme me gustaría saber porque había cambiado de opinión.
Ella me retrucó diciéndome: "Soy artista y tengo una sensibilidad especial para todo lo que fuese conservacionismo, y en el ínterin de haber solicitado su servicio y que usted llegue a mi domicilio he reflexionado, que lo que vamos a hacer era un acto sumamente antinatural".
Fruncí el ceño y asentí, en lugar de decirle que estaba medio loca (que era lo que realmente sentí en ese momento), ya que estaba muy molesto de haber viajado 1 hora en colectivo en vano. Entonces le hice una segunda pregunta: "¿Qué va hacer con las dos gatas cuando entren en celo?", ella respondió casi sin pensar: "¡Las voy a encerrar!".
"Ahhh (dije yo) yo creo que si usted es tan naturalista lo que debería hacer cada vez que las gatas entren en celo es dejarlas que obren naturalmente por su instinto, o sea que encuentren un macho, tengan sexo repetidamente y se reproduzcan activamente y como usted es conservacionista también conservará todos los cachorros que sus gatitas maternalmente le traigan a su morada y así se reproducirán geométricamente hasta que usted como buena artista se suicide en el epílogo de la obra".
Deben haber sido muy crueles y claras mis palabras porque la mujer reflexionó en apenas segundos respondiéndome: "¡Venga por aquí que le preparo la mesa!".
